La valentía de Nasser y la sabiduría de Nkrumah: volver a las raíces (2)
Por Dr.Hamdi Abdel Rahman
Lo cierto es que Abiy Ahmed, Primer Ministro de Etiopia, y sus acompañantes desconocen la realidad del papel egipcio en el movimiento de la Unidad Africana, del que la capital de su país se considera como testigo. Podríamos disculparlo, puesto que él pertenece a una generación que nació sufriendo de la opresión y de la violencia de un régimen militar tiránico en su país. Sin embargo, no es aceptable que un hombre con un doctorado e incluso un premio Nobel intente ocultar y cuestionar la identidad africana de Egipto. De facto, está liderando una campaña retrógrada del año de la pera que vincula el color negro con el concepto del africanismo como parte del chantaje político que sigue para obtener el apoyo de nuestros hermanos africanos no árabes en cuanto a la cuestión de la Presa de Al-Nahdah.
Si él revisa los registros de su Palacio de Gobierno o los archivos de la sede de la Unión Africana en la capital de su país, sabrá cómo se recibió Gamal Abdel Nasser, en compañía de Ahmed Ben Bella, en el mismo avión rumbo a Addis Abeba para asistir a la Cumbre Africana en 1963. Nasser estaba hablando de una orientación única en el movimiento de la Unidad Africana que Ali Mazrui la llamó “Afrabia” para encontrar la fuerza de los lazos históricos y culturales entre los árabes y los africanos. Nuestra embajada en Addis Abeba se llamaba Embajada Árabe y allí Nasser se encontró con los líderes del movimiento de Liberación Africana, quienes le fueron presentados por el Ministro Mohamed Faeq que les conoció personalmente. Entre las decisiones de la Cumbre, fue la formación de un comité para ayudar a los movimientos de liberación nacional, y por supuesto lo encabezaron Egipto y Argelia. ¿No se mezcló la sangre de los mártires egipcios con la sangre de sus hermanos de Argelia al defender la tierra, el honor y expulsar al colonizador? Quizás el regreso del cráneo de un mártir egipcio de Francia a Argelia nos hace recordar el estrecho vínculo que defendió la primera generación de pioneros.
Durante el gobierno del Presidente Thabo Mbeki, quien impulsó la Nueva Iniciativa de Desarrollo en África, conocida en su abreviatura como Nepad, fui invitado a un taller para discutir el tema con la presencia del presidente mismo. Cuando dicté mi discurso, uno de los asistentes de los países de la cuenca del Nilo, me preguntó lamentablemente sobre la identidad de Egipto y si es árabe o africano. Por supuesto, este tema se había resuelto en Sudáfrica cuando se discutía sobre el Renacimiento Africano y de que ya la negritud no solo es considerada como un símbolo de la identidad, puesto que la nueva Sudáfrica es un país multiétnico. Recuerdo que uno de los periodistas africanos le preguntó al presidente Nasser si Egipto es árabe o africano. El presidente respondió con inteligencia: “los dos”. Egipto, que tiene la egiptología para contar su historia y civilización, no está en duda.
La orientación de Nasser fue única en el movimiento de la Unidad Africana, que fue en disputa por muchas tendencias. Algunas eran como James Baldwin que nació en el extranjero y vivió parte de su vida en África. Creía en la inevitabilidad de que África regresara a la raza negra y aun cuando residía en París le gustaba que lo llamaran con el escritor negro. Por otro lado, estaba Ali Mazrui, quien nació en África y vivió en la diáspora introduciendo el concepto de la inevitabilidad cultural que no dependía del color como un vínculo geográfico, demográfico, político e ideológico. Luego Kwame Nkrumah llegó a combinar las dos tendencias, es decir, la importancia del color y otros lazos cultural-ideológicos. Aquí se ve la distinguida relación entre él y Nasser e incluso su insistencia en casarse con una mujer egipcia. Desde este punto, hay una indicación importante sobre la realidad del concepto de unidad africana.
Como resultado, Nkrumah envió su amigo el Comandante Salih Said Senari, que fue uno de los primeros musulmanes en Ghana que estudiaban en Egipto, para buscarle una esposa.
El Comandante Senari trabajaba en las Fuerzas Armadas de Ghana y, por casualidad, fue casado con una musulmana mujer egipcia llamada Souad Elruby en 1953.
Kwame Nkrumah visitó a Senari en su casa ubicada en un suburbio de Accra. Llamó a la puerta varias veces hasta que Souad, la esposa del Comandante Senari, abrió la puerta. Nkrumah extendió su mano para saludarla, pero ella estaba un poco tímida y puso el extremo del chal, que cubría su cabeza, en su mano y saludó a Nkrumah, sin embargo, no le permitió entrar al salón de la casa sin la presencia de su esposo.
El comportamiento de Souad le gustó a Nkrumah y aumentó su insistencia a casarse con una mujer egipcia. "Hombre, si me caso con una mujer como la tuya, tendré la suficiente seguridad”, le dijo Nkrumah a su amigo.
Fathia Halim Rizk, hija del barrio de Al-Zaytoun en El Cairo, fue elegida entre cinco mujeres a pesar del rechazo de su madre porque no quería tener a su hija en un país lejano.
El Comandante Senari señaló que el presidente Gamal Abdel Nasser convencionó a la madre de Fathia y pagó la dote en nombre de Nkrumah. De hecho, Fathia viajó a Ghana con Senari y su esposa Souad.
La sabiduría de Nkrumah se manifestó en este matrimonio, que Nasser alentó para lograr la unidad africana a través del matrimonio al unir la región del norte de África con el resto del continente. Hubo ira e inquietud entre las filas del grupo de mujeres en el partido de Nkrumah, e incluso su madre Elizabeth le molestó la idea de su matrimonio con una mujer blanca, pero Nkrumah les explicó que ella tenía identidad y afiliación africana a pesar de su piel clara. Con la integración de Fathia y su acercamiento con tacto a la cultura ghanesa, se ganó la admiración de las mujeres del mercado hasta que escribieran en sus ventas: "Fathia se merece Nkrumah".
A lo mejor, Nkrumah también estaba pensando en superar el tribalismo, de ahí que si se hubiera casado con una mujer de una tribu en particular, esto habría provocado, tal vez, celos y recelos de otras tribus.
Por lo tanto, valentía de Nasser y la sabiduría de Nkrumah contribuyeron a que el concepto de Afrabia se hiciera realidad, e incluso una mujer egipcia se convirtió en la primera Dama de Ghana después de la independencia. Esa es solo una página para aquellos que no recuerden la reciente historia africana de Egipto.