Por: Axel Fernando
Buenos Aires os muestra allí sus hijos:
Allí está el labrador, allí el letrado,
El comerciante, el artesano, el niño,
El moreno y el pardo: aquestos sólo
Ese ejército forman tan lucido:
Todo es obra, señor, de un sacro fuego
Que del trémulo anciano al parvulillo
Corriendo en torno vuestro pueblo todo
Lo ha en ejército heroico convertido.
-Vicente Lopez y Planes “El triunfo argentino”
En junio de 1806 las tropas británicas invadieron Buenos Aires, que formaba parte del Virreinato del Río de la Plata bajo dominio español. Los invasores contaron inicialmente con la complacencia de algunos sectores de la élite porteña, pero encontraron una dura resistencia entre las clases populares. El virrey Rafael de Sobremonte -máxima autoridad del virreinato- se retiró a Córdoba trasladando el tesoro de la ciudad. Por otro lado, el pueblo se organizaba en milicias.
La reconquista, encabezada por Santiago de Liniers desde Montevideo, se concretó el 12 de agosto de 1806, cuando las fuerzas locales -mal armadas y con poco entrenamiento- expulsaron a los invasores británicos. Gracias a este triunfo se demostró la capacidad de autoorganización de la población criolla.
En 1807 los británicos redoblaron la apuesta: tras tomar Montevideo intentaron nuevamente apoderarse de Buenos Aires con una importante expedición militar compuesta por 20 barcos y más de 12.000 marinos de élite. Frente a esa fuerza, las milicias porteñas, apoyadas por amplios sectores populares y tropas locales -aproximadamente 8000-, resistieron en combates urbanos y lograron derrotar y expulsar de manera contundente al invasor ingles del territorio continental.
Estos episodios constituyeron un paso clave en la futura conformación del Estado argentino: Evidenciaron la capacidad de autogobierno y defensa de la población local y sentaron las bases para el surgimiento de liderazgos criollos que, años más tarde, protagonizarán la Revolución de Mayo y la conformación del primer gobierno patrio.